NAROA Y YO

Desde que la conocí, hace ya tres años, supe que sería la mujer de mi vida. Coqueta y feliz, me arrastra ahora, Estafeta abajo, salvando los empujones de la gente. Se diría que tiene prisa y, a veces, suelta mi mano y camina unos pasos por delante. La siento observada y no puedo evitar que los celos me pellizquen el alma.
Después de algunos pasos, se da la vuelta, se lanza a mi cuello y me muerde la oreja. Ella sabe que este mínimo gesto me convierte en el hombre más feliz del mundo. A la altura de Mercaderes vuelve a provocarme. Apoyada en el vallado del encierro, se deja abrazar por el sol del mediodía. Se mira las bailarinas rojas. Alisa su falda. Pone en orden en los botones de su blusa. Me mira..., y se ríe. Sabe, como nadie, administrar esos chispazos que enamoran.
Por fin llegamos al Ayuntamiento. Deposita en mí sus miedos y se introduce en el bullicio. La pierdo de vista unos segundos y .....¡uff!... vuelvo a verla correr sobre sus pasos.
- ¡Corre papá!. ¡Corre!.
Y, aterrado como un niño, contemplo en el reflejo ámbar de sus ojos, cómo Caravinagre se acerca amenazante hacia nosotros.

(Autor: Felix Senis Diez. Finalista del VII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín)


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