LECHE EN POLVO

LECHE EN POLVO (I)


Aquellos vasos de leche en polvo en las Escuelas de Compañía.

Cuando hasta mediados de los años ´60, en las Escuelas de Compañía había una parte para niños y otra para niñas; cuando las niños pasábamos las tardes haciendo trabajos manuales, y las niñas cosiendo y bordando…

Cuando en los veranos íbamos a los campamentos y nos hacían recoger hojas y flores para la corona diaria a José Antonio, y gritábamos lo de España Una, Grande y Libre, y cantábamos el “Cara al sol“ o “Montañas Nevadas”; cuando a las piscinas iban un día los hombres y otro las mujeres…..

Cuando todo esto sucedía, los Estados Unidos de América para compensar a España por su no inclusión en el Plan Marshall con el que ayudaron en la reconstrucción de una Europa destrozada por la guerra, comenzó a colaborar enviando alimentos para los niños españoles escolarizados, donando cargamentos de porciones de queso y, en especial, muchos bidones llenos de leche en polvo. Alimentos que contribuyeron a redondear el número de calorías necesarias de muchos de nosotros.

El Estado español creó el Servicio Escolar de la Alimentación para el reparto de estos alimentos como complemento alimenticio de los niños y, en aquel colegio en blanco y negro, pobre y desolado, cada mañana, se repetía un ritual:

La señora encargada del comedor escolar, ponía a cocer un gran balde agua, cuando estaba en estado de ebullición, dejaba caer las raciones de leche en polvo regaladas por los americanos, que al diluirse en agua tomaba la blancura de la leche, algo de su espesor y un sabor aproximado a la leche de vaca.
 
Afortunadamente, yo conocí el paso de aquel triste vaso de leche en polvo a los botellines individuales de leche, aunque no recuerdo exactamente la marca.

En las horas lectivas de la tarde, cada maestro y maestra con sus alumnos hacíamos una estricta fila, con un vaso en las manos donde nos vertían una ración de leche tibia, con un sabor definible como “raro”, difícil de tragar, pero que en invierno al servirla caliente no caía nada mal, eramos chavales de 6 años... ¡¡¡

Afortunadamente, viví aquel paso, aquella transición de pasar de la leche en polvo a los botellines individuales de leche, lo que ya no recuerdo si era leche de la tierra o de aquellos botellines con el escudo de España dibujado en la botella.


No recuerdo tampoco haber tomado porciones de queso, me cuentan eran parecidos a las actuales porciones, pero de color amarillento, contenido en enormes latas cilíndricas de metal, de donde se iban partiendo en porciones para ser repartidas por las mañanas, a la hora del recreo. El que quisiera comerlo con pan, debía traerlo de su casa.

De todo esto sólo hace más de 50 años...

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